sábado, 24 de noviembre de 2012

Novena a Santa Rita.

Por la señal...

ACTO DE CONTRICIÓN
Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío: porque sois la Infinita Bondad, os amo, Señor, más que a todas las cosas y más que a mí mismo. Me pesa entrañablemente de haberos ofendido; y por vuestro amor, y porque así lo queréis y me lo mandáis, perdono de todo corazón a todos mis enemigos, para que Vos, Señor, uséis conmigo de perdón y misericordia y olvidéis mis pasadas ofensas. Os ofrezco mi vida, mis obras y mis trabajos en satisfacción de todos mis pecados. Concédeme la gracia de perseverar en vuestro amor y servicio hasta la muerte. Amén.


ORACIÓN INICIAL
Dios y Señor nuestro, que, disponiéndolo todo con admirable providencia, has puesto en tu Iglesia a los Santos para que fuesen un modelo constante de todas las virtudes, y que, llamándolos a tu seno, los has constituido nuestros protectores y abogados: escucha propicio los ruegos de tu sierva Santa Rita, que diste al mundo como ejemplar en los diferentes estados de la vida, y concédenos que todo cuanto nuestra debilidad no puede por sí obtener lo consigamos mediante su poderosa intercesión. Amen.


Rezar la oración del día que corresponda:

DÍAS
1 | 2 | 3 | 4 | 5 | 6 | 7 | 8 | 9



ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS



Dulcísimo y dolorosísimo Jesús, para que todo tu Sacratísimo Cuerpo fuese herido y atormentado por mis culpas, quisiste que
tu santísima Cabeza fuese coronada de espinas, y te dignaste regalar con una de ellas a tu escogida Santa Rita, marcándola con esta señal y señalándola en la frente por Esposa tuya: concédeme, Señor, su intercesión; y por la sangre que, sirviendo de instrumentos las espinas, manó de tu delicadísima Cabeza y corrió por tu bellísimo Rostro, haz que, regándose con ella mi alma, se limpie y purifique de las espinas de tantos pecados como mortalmente la han herido, y así regada y purificada lleve copiosos frutos de buenas obras, señalándolos con la final perseverancia, a la que tienes prometida la vida eterna, en donde te goce y alabe con tu coronada Esposa, mi protectora y abogada, y con todos los coros de Santos y Ángeles que te alaban y bendicen en la gloria por toda la eternidad. Amén.


ANTÍFONA
Te saludo, Rita, Esposa que entre espinas de dolor naciste, vaso y aun Rosa de Cristo, divino amor.
V. Señalaste, Señor, a tu sierva Rita.
R. Con el sello de tu caridad y Pasión.


Señor, Dios nuestro, que concedisteis a Santa Rita la gracia de llevar en su frente la señal de vuestra Pasión y en su corazón la caridad ardentísima del vuestro: otórganos por su intercesión y méritos que amemos a nuestros prójimos, aunque sean enemigos, con perfecta caridad, y contemplemos perpetuamente en la espina de la compunción los dolores intensísimos de vuestra Pasión. Que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.




DÍA PRIMERO


Por la señal..., acto de contrición y la oración inicial para todos los días.

ORACIÓN
Astro refulgente de la Iglesia, perla engarzada en la corona del cielo agustiniano, gloriosa Santa Rita, cuyo nacimiento fue ya presagio de la futura santidad, celebrada por los ángeles al anunciar a tus cristianos padres la buena nueva de que te darían a luz, y admirada por los hombres al contemplar atónitos el estupendo prodigio de aquel panal de riquísima miel labrado en vuestra boca al entreabrirse a la primera sonrisa de la inocencia: compadécete de tus devotos, y concédenos, en retorno del acendrado amor que te profesamos, la gracia de responder con fidelidad a los divinos llamamientos, para que lleguemos a alcanzar la gloria eterna. Amén.


Terminar con un Padrenuestro, cuatro Avemarías y la oración final de todos los días.

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DÍA SEGUNDO


Por la señal..., acto de contrición y la oración inicial para todos los días.

ORACIÓN
Salve, modelo de perfecta obediencia, heroína de abnegación y sufrimiento; salve, espejo de jóvenes pudorosas, de esposas atribuladas y de madres que saben amar a los hijos de sus entrañas; salve, mujer fuerte, que, comprendiendo ser mejor la obediencia que el sacrificio, renunciaste al voto de virginidad, que tanto te halagaba, para aceptar la Cruz pesadísima del matrimonio, con todas las consecuencias de un esposo cruel, iracundo y dominado por los vicios, a quien, como otra Mónica, lograste amansar y convertir con la elocuencia de tus lágrimas y la eficacia de tu silencio. Apiádate, ¡oh incomparable Santa Rita!, de nuestra loca y desatendida juventud; alivia el peso abrumador de tanta tribulación, de tanta hiel y de tanta amargura como gravita sobre el corazón de las inocentes esposas que, como vos, no tienen otro consuelo que sus lágrimas y su silencio, y conseguidnos a todos resignación en los trabajos y fortaleza en la adversidad para luchar valerosamente hasta alcanzar la eterna bienaventuranza. Amén.


Terminar con un Padrenuestro, cuatro Avemarías y la oración final de todos los días.

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DÍA TERCERO


Por la señal..., acto de contrición y la oración inicial para todos los días.

ORACIÓN
¡Oh insigne Santa Rita, ejemplar acabado de virtudes cristianas, que, habiéndoseos arrebatado violentamente a vuestro marido cuando comenzabais a gustar los frutos de la conversión operada en su alma, merced a la labor constante de dieciocho años de indecibles sufrimientos, no sólo os resignasteis con tan terrible pérdida, sino que interpusisteis vuestro valimiento en favor de los asesinos, y lo que es más, recabasteis del cielo la muerte de vuestros hijos, temerosa de que con el tiempo vengasen la de su querido padre! Haced que con la misma generosidad perdonemos a nuestros enemigos, a fin de que el Señor nos perdone nuestras ofensas. Amén.


Terminar con un Padrenuestro, cuatro Avemarías y la oración final de todos los días.

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DÍA CUARTO


Por la señal..., acto de contrición y la oración inicial para todos los días.

ORACIÓN
¡Oh prodigio de santidad, ilustre Santa Rita, doncella inmaculada, esposa sin igual, madre excelente y viuda intachable! Para enaltecer y santificar con vuestra influencia la perfección de todos los estados de la vida os faltaba realizar el sueño dorado de vuestra infancia: vestir el hábito religioso. ¿ Qué importan los obstáculos y dificultades que puedan presentarse? Vuestras súplicas y vuestras lágrimas lo allanarán todo, y cuando eso no bastase, Dios, que vela por ti como por su hija predilecta, enviará del cielo a tus tres santos abogados, San Juan Bautista, San Agustín y San Nicolás de Tolentino, quienes te conducirán de la mano, como tres ángeles, a la morada del Señor, por la que tanto suspiras, donde con los brazos abiertos, y dando gracias al Altísimo, serás recibida por las observantes hijas del gran Agustín. Concédenos el don de perseverar en nuestros buenos propósitos, por graves que sean las tentaciones y dificultades que se nos presenten, hasta que lleguemos al fin a contemplarle en la Gloria. Amén.


Terminar con un Padrenuestro, cuatro Avemarías y la oración final de todos los días.

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DÍA QUINTO


Por la señal..., acto de contrición y la oración inicial para todos los días.

ORACIÓN
Esclarecida hija de San Agustín, que, habiendo logrado tus deseos de vestir su santo hábito y ceñir su misteriosa correa, consagrándote totalmente a Dios por los votos religiosos, te dedicaste a acrisolar tus virtudes en el nuevo estado, mereciendo, en premio de tu ciega obediencia, inauditas mortificaciones y continua contemplación de los dolores y afrentas del Redentor; recibir mercedes estupendas, como la de hacer brotar y reverdecer en lo más crudo del invierno fragantes rosas y sabrosos frutos, y, sobre todo, la de sentir clavada en tu frente una de las espinas desprendidas de la corona del Salvador: alcánzanos una perfecta obediencia a los divinos Mandamientos, y la gracia de saber orar y tener siempre presente la Cruz y los padecimientos de Nuestro Señor Jesucristo. Amén.


Terminar con un Padrenuestro, cuatro Avemarías y la oración final de todos los días.

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DÍA SEXTO


Por la señal..., acto de contrición y la oración inicial para todos los días.

ORACIÓN
Por los dolores acerbísimos y el riguroso aislamiento que os proporcionó la irrestañable herida abierta en vuestra frente por el glorioso estigma de la Cruz, consíguenos, ¡oh serafín de Casia!, que sepamos soportar con cristiana resignación el peso de las cruces propias de nuestro estado, y que, como vos, nos gocemos de morir por medio del sufrimiento, crucificados con Cristo Jesús. Amén.


Terminar con un Padrenuestro, cuatro Avemarías y la oración final de todos los días.

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DÍA SÉPTIMO


Por la señal..., acto de contrición y la oración inicial para todos los días.

ORACIÓN
¡Oh prodigiosa Santa Rita, que en el prolongado martirio de tu vida recibiste, junto con las hieles de todas las amarguras y de todos los dolores, el bálsamo de esos consuelos que embriagan y arrebatan el alma, encendiéndola en mayores deseos de padecer por Cristo, para gozar y reinar después con Él! Haz que en nuestras desolaciones y sequedades de espíritu descienda sobre nuestras almas el rocío de los divinos consuelos perseverando sin desmayos en nuestra oración, para que no cejemos un punto en el ejercicio de las prácticas piadosas y en el santo servicio de Dios. Amén.


Terminar con un Padrenuestro, cuatro Avemarías y la oración final de todos los días.

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DÍA OCTAVO


Por la señal..., acto de contrición y la oración inicial para todos los días.

ORACIÓN
¡Oh gloriosísima Santa Rita, cuya muerte, semejante en todo a vuestra vida, fue el espectáculo más tierno y conmovedor que puede presenciarse dentro de los claustros! ¡Qué consejos y qué despedida la vuestra de aquellas hermanas del alma, que, a la vez que envidiaban tu muerte y se felicitaban por tu glorioso tránsito, se deshacían en ríos de lágrimas! ¡ Qué fragancia la que comenzó a despedir la llaga de tu frente! ¡ Qué mirar tan dulce el de tus ojos! ¡Qué suspiros tan tiernos y qué abrazo tan celestial coronaron tu preciosa existencia! Por todas estas maravillas te suplicamos nos concedas la gracia de la perseverancia final y una muerte preciosa ante los ojos del Señor. Amén.


Terminar con un Padrenuestro, cuatro Avemarías y la oración final de todos los días.

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DÍA NOVENO


Por la señal..., acto de contrición y la oración inicial para todos los días.

ORACIÓN
¡Oh incomparable Santa Rita, que, después de haber enaltecido y santificado con tus heroicas virtudes todos los estados de vida que la mujer puede abrazar en este mundo; de doncella, madre, viuda y religiosa, dejando en todos ellos ejemplos admirables que imitar, inauguraste con tu preciosa muerte el período de estupendos milagros, que te merecieron el título de Abogada de imposibles, por no haber negocio, ni conflicto, ni situación, por ardua y desesperada que parezca, que no tenga fácil y suave resolución acudiendo a ti, de quien con verdad puede decirse que todo lo puedes, porque todo cuanto pides lo consigues de Aquel para quien nada hay imposible! Consíguenos, Santa bendita, en retorno del amor que te profesamos, de las simpatías que por ti sentimos y de la fe y el entusiasmo con que te tributamos el pobre obsequio de esta Novena, la gracia de cumplir honrada y noblemente los deberes de nuestro estado, santificándonos en él y salvándonos por él, mediante los méritos de Nuestro Señor Jesucristo. Amén.


Terminar con un Padrenuestro, cuatro Avemarías y la oración final de todos los días.

Triduo a Santa Rita.

Este triduo lo debes realizar cuando la pena que te aqueja es muy fuerte y necesitas de la ayuda inmediata. Mucha fé.



Por la señal..

Acto de contrición.
Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, en quién creo y a quien amo sobre todas las cosas, pésame de todo corazón de haberos ofendido con tantas y tan repetidas culpas, porque sois infinitamente bueno y dignísimo de ser amado. Suene ya en mi alma el eco de vuestra voz dulcísima y todopoderosa, para que despierte del sueño de muerte en que la entretienen las nonadas y bagatelas de este mundo. Mucho os he ofendido, amorosísimo Padre mío; haced, pues, que me arrepienta y llore mis pasados yerros a fin de que merezca amaros y alabaros en el Cielo. Amén.



 ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS


V. Ruega por nosotros, Santa Rita.
R. Para que seamos dignos de las promesas de Jesucristo.


ORACIÓN
Dios, que te dignaste dar tanta gracia a Santa Rita que amase a los enemigos y llevase en la frente y en el corazón las señales de tu caridad y pasión, te rogamos nos concedas que del mismo modo perdonemos a nuestros enemigos y contemplemos los dolores de tu pasión, para que consigamos los premios prometidos a los mansos y a los que lloran. Que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.



                                               DÍA PRIMERO

Por la señal..., acto de contrición y la oración inicial para todos los días.

ORACIÓN
Delante de vos, ¡oh gloriosa abogada Santa Rita!, mi alma siente hoy la necesidad de invocaros, y con grande esperanza recurre a vuestro refugio como patrocinadora de los casos más desesperados. Vos, que, además, tan bien habéis entendido la expresión evangélica en que «serán bienaventurados los pobres porque de ellos es el reino de los cielos», y que os despojasteis de todas las cosas de este mundo, desprended mi corazón del afecto a los bienes de esta tierra que le aprisionan, y haced que incesantemente y con firmeza de propósito reflexione las palabras del Divino Maestro, que dicen: «¿Qué servirá al hombre ganar todo el mundo si pierde su alma?»


MÁXIMA
El desprendimiento de los bienes de la tierra, o sea la pobreza evangélica, es una gran riqueza para el cielo y un tesoro preciosísimo que nadie nos podrá quitar. (San Juan Crisóstomo.)


PROPÓSITO
Haré, mediante la protección de Santa Rita, por romper los lazos que tienen ligado mi afecto a las vanidades de este mundo.


Terminar con 3 Padrenuestros, Avemaría, Gloria y la oración final de todos los días.

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DÍA SEGUNDO


Por la señal..., acto de contrición y la oración inicial para todos los días.

ORACIÓN
No basta, gloriosísima Santa Rita, protectora mía, que yo camine por la senda del bien si en él no soy perseverante. Vos, pues, que fuisteis modelo de cristiana constancia en practicar la virtud, alcanzadme fuerza para que adelante más y más en la senda de las santas costumbres en que, con la gracia de Dios, intento ocuparme, procurando copiar en mi vida la del justo, que semejante a la aurora crece hasta el perfecto día a fin de que quede bien impresa en mi alma la sentencia del Divino Maestro, que dice: «El que perseverare hasta el fin, será salvo.»


MÁXIMA
En el camino de la salvación todos debemos correr sin volver atrás hasta que lleguemos al término y mantener siempre vivo el deseo de correr más. (San Agustín.)


PROPÓSITO
Suplicaré siempre al Señor, muy especialmente en la Sagrada Comunión, el don de la perseverancia final.


Terminar con 3 Padrenuestros, Avemaría, Gloria y la oración final de todos los días.

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DÍA TERCERO


Por la señal..., acto de contrición y la oración inicial para todos los días.

ORACIÓN
Aunque conozco bien, ¡oh gloriosísima Protectora mía Santa Rita!, que me es necesario despreciar los insultos y burlas de los impíos, que con toda astucia procuran llevarme por los caminos de su malicia, no obstante, es tan grande mi fragilidad, que al instante me asusta ese temor vano. Venid, pues, en mi ayuda, Santa bendita, con vuestro patrocinio, para que sepa imitaros en vuestro desprecio a los que se burlan de la doctrina de Jesucristo, y pueda libremente decir con San Pablo: «Yo no me avergüenzo del Evangelio.» De este modo nada será capaz de separarme del servicio de Dios.


MÁXIMA
De nada sirve la amistad de los hombres, y nunca debemos complacerles con ofensa de Dios. (San Agustín.)


PROPÓSITO
Cuando me hallare en medio de los que se burlan de las enseñanzas de la Iglesia hablaré con entero valor por sostener la 'verdad.



Terminar con 3 Padrenuestros, Avemaría, Gloria y la oración final de todos los días.

Historia de vida. Enfermedad y muerte.

Cuatro años antes de su muerte cayó en cama de gravísima enfermedad. Y así
permaneció hasta su muerte. Leamos lo que dicen sus propias hermanas: Continuando
Rita en sus ejercicios espirituales y en las penitencias, finalmente cayó enferma. Yació
enferma  cuatro años con tanta compostura de ánimo, recibiendo de la mano de Dios
los padecimientos del mal, que servía a las otras monjas de espejo de tolerancia y como
si estuviese con el cuerpo fijo a un lecho de continuo dolor, llevaba su ánimo al paraíso
y conversaba con los ángeles. Dios se sintió complacido de dar señales evidentes del
amor que tenía a su querida esposa. En el rigor más áspero del invierno, estando todo
cubierto de nieve, una buena mujer pariente de Rita, fue a visitarla. Al marcharse, le
preguntó si deseaba algo de su casa. Rita respondió que desearía una rosa y dos higos
de su huerto.
Sonrió la buena mujer, creyendo que deliraba por la violencia del mal y se
marchó. Llegada a la casa y habiendo pasado al otro rincón del huerto, vio sobre las
espinas, despojadas de todo verdor y cargadas de nieve, una bellísima rosa y, sobre la
higuera, dos higos bien maduros; y quedó atónita por la contrariedad de la estación y
por la cualidad de aquel friísimo clima. Vistos la flor y los frutos milagrosos, los cogió
y se los llevó a Rita.
Otro acontecimiento importante, que se nos ha transmitido por tradición, es que
en el momento de su muerte las campanas del convento tocaron solas. Las mismas
religiosas lo testifican al decir:  Al morir, se sintieron tres toques de la campana del
monasterio que tocó por sí misma, aunque se cree que fueron los ángeles quienes la
tocaron y acompañaron a aquella alma bendita… Y entonces se sintió un suavísimo
olor por todo el monasterio y su celda se vio resplandecer como si allí estuviera el
Sol.
Todos  los presentes a su muerte advirtieron que el olor de su llaga  había
desaparecido y que, en su lugar, se había esparcido en el ambiente un perfume de flores.
Era el alba del 22  de mayo de 1457. Tenía 76 años y, al toque milagroso de las
campanas, se despertó toda  la población y, al darse cuenta de que no eran manos
humanas, empezaron a gritar.  Milagro, Milagro. Son los ángeles que tocan las
campanas.
De la llaga de la frente sólo quedó una pequeña cicatriz que nunca ha
desaparecido. El rostro resplandecía de belleza. El biógrafo Cavallucci dice que una
compañera religiosa vio su alma subir al cielo acompañada de ángeles y les dijo a todas:
¿No veis hermanas que Rita está acompañada de muchos ángeles con gran alegría? A
la mañana siguiente, se celebraron las exequias con toda solemnidad a las que asistió
mucha gente. Su cuerpo no fue sepultado, sino colocado en un lugar apartado de la
propia iglesia del monasterio. Cavallucci dice que, mientras iban a llevar su cuerpo al
lugar reservado de la iglesia, se acercó una pariente suya que tenía un brazo paralizado
desde hacía muchos años y, al acercarse llorando al cuerpo de Rita, se dio cuenta de que
estaba sana.
A partir de su muerte, Dios manifestó su poder, haciendo maravillas por
intercesión de santa Rita, que es actualmente considerada como una gran taumaturga.
Uno de los testigos del proceso de beatificación afirma: Cuando yo era jovencito, oí a
un tal Giovanni Antonio Biagio, llamado il Riccone, que tenía más de 90 años, que
decía grandes cosas de la beata Rita. Me decía que había oído a su madre Margarita,
que murió de 110 años, que se acordaba de la beata. Y me decía que su madre le había
dicho que Rita había vivido santamente y que, cuando murió, las campanas del
monasterio tocaron solas. Y que, al morir, debiéndose hacer un féretro para su cuerpo
por los muchos milagros que hacía y no encontrándose quién lo hiciera, un tal Cicco
Barbaro de Casia, que tenía las manos casi paralizadas, dijo: ¡Oh, si no estuviera yo
así, haría la caja! Y que se sanó, según me dijo muchas veces Camila Barbara, una
abuela que, cuando murió, tenía más de 90 años. Y he oído decir a los ancianos que se
hizo llevar rosas e higos en el mes de enero de su huerto de Roccaporena y otros
muchos milagros.
Sus mismas hermanas escriben: Recompensó largamente Dios nuestro Señor a
su fiel sierva con señales sensibles y, especialmente, con un suavísimo olor, que salía y
hasta hoy sale de su purísimo cuerpo, y que se conserva incorrupto en todas sus partes
y de un color normal, no alterado. Y habiendo la divina omnipotencia honrado a esta
santa mujer con la virtud de los milagros, cada vez que Dios obra en alguien por medio
de ella, se aumenta de alguna manera la fragancia de sus reliquias.

Historia de vida. La espina.

El acontecimiento central de la vida de santa Rita, el más seguro y mejor
documentado, se refiere a la espina de su frente. Es lo que más se conoce de su vida.
Veamos lo que escribieron sus hermanas en 1628: Empleándose toda en la oración, se
entretenía con grandísimo gusto espiritual en la contemplación de la dolorosa pasión
del Señor. Y fue largamente recompensada, porque, predicando un Viernes Santo en
Casia el beato Giacomo della Marca de la Orden de los Menores, se dejó llevar por su
fervor al tratar de los atrocísimos dolores del Salvador con tanto sentimiento que los
oyentes quedaron no mediocremente inflamados.
Pero Rita, conmovida más que ningún otro, se sintió arrebatar por un vehemente
deseo de participar de algún modo de  los tormentos de Cristo. Retirada a su celda y
echada a los pies de un crucifijo, que hoy se conserva en el oratorio del monasterio,
comenzó a suplicarle con amargas lágrimas que le comunicase, al menos, una partecita
de sus penas. Al momento, por milagro singular, una espina de la corona de Cristo le
hirió la frente de tal manera que la llaga le permaneció impresa e incurable hasta la
muerte, como aún se ve en su santo cadáver.
Rita tenía unos 60 años. Era el año 1442. Sabemos por los testimonios del
proceso de 1626 que la herida de la frente se transformó en una llaga dolorosa que
desprendía mal olor. Por eso, dicen sus biógrafos, pasaba mucho tiempo en la soledad y
oración para no ofender a sus hermanas con el mal olor. Según nos dice el epitafio
escrito en la “caja solemne” o ataúd en el que colocaron su cuerpo en 1462, a los cinco
años de su muerte:

Beata eres, Rita, porque con firmeza y valentía
te hiciste luminosa en la cruz, donde tuviste
que sufrir grandes penas…
¿A qué gran mérito pudiste atribuir el privilegio,
que no tuvo ninguna otra mujer, de recibir
una de las espinas de Cristo?
Obró no por interés humano ni por recompensa,
sino sólo porque encontró en Cristo su tesoro
y a Él enteramente se entregó.
Y no te pareció estar bien purificada, que padeciste
durante 15 años con la espina
antes de pasar a la gloria celestial. Año 1457.
El texto del epitafio está escrito en caracteres góticos negros con las iníciales en
rojo y lleva la fecha de su muerte: 1457. Está escrito en el dialecto de Casia que se
hablaba en el siglo XV.
En esta “caja solemne” o sarcófago se ve una pintura con Cristo en el momento
de su resurrección; a su derecha está santa María Magdalena y a la izquierda está Rita.
Esta vestida de monja agustina con rayos en la cabeza como una santa. Tiene la herida
en la frente y la espina en la mano derecha, mientras que en la izquierda tiene la corona
del rosario.
En la llamada tela antiquísima, dicen los jueces del proceso de beatificación: Se
ve a Rita arrodillada delante de un Cristo con las manos juntas con una corona del
rosario, vestida de religiosa con un libro abierto ante sí y que tiene en la frente una
punta ensangrentada.
Esta herida de la frente la tuvo durante quince años, hasta su muerte. Pero hay un
hecho digno de mención. El año 1450 el Papa Nicolás V decretó la celebración del Año
Santo en Roma. Algunos lo llaman el jubileo de los seis santos, pues asistieron san Juan
de Capistrano, Juan de la Marca, Diego de Alcalá, Pedro Regalado, Catalina de Bologna
y Rita de Casia. Los seis, aunque sin conocerse, asistieron el 24 de mayo de ese año a la
canonización de san Bernardino de Siena.
El hecho es que las religiosas de su convento quisieron ir a Roma para ganar el
jubileo y la abadesa le manifestó a Rita que ella no podía ir debido al mal olor de la
llaga de su frente.
Las religiosas, mirando la indecencia que podía resultar de llevar en su
compañía a una llagada maloliente, la exhortaron con mucha caridad a quedarse. Rita,
con gran fe, hizo que le llevaran un poco de sencillo ungüento del boticario y,
tocándose con él la frente, la herida se cerró de manera que no aparecía deformidad.
Así pudo  ir a Roma a venerar aquellas santas memorias de los mártires  y ganar el
jubileo. Y así que regresó la santa viuda de Roma, la herida volvió a quedar como
antes.

Historia de vida. Religiosa.

Rita entró al convento el año 1417 con unos 36 años y allí vivió 40 años. Entre
sus compañeras estaba  Mariola Jacobi, futura abadesa, y Francesca Bartholomei de
Caterina Mancini (pariente del esposo de Rita).
Rita se dedicó a una vida de intensa oración. Amaba mucho a la Virgen María.
En la iglesia de san Francisco de Casia hay una pintura que representa a Rita llevando
un rosario compuesto por más de cincuenta cuentas, ya que en su tiempo se rezaba la
corona de la Madonna (Virgen) compuesta de sesenta cuentas, divididas en seis partes.
En  cada una de ellas se meditaba en un misterio de Cristo o de la Virgen y se rezaban
diez avemarías.
Era especialmente devota de Jesús Eucaristía. Siendo viuda, iba todos los días a
la misa a la iglesia de san Montano de Roccaporena. Su devoción a la Eucaristía la
satisfacía, de vez en cuando, yendo a la iglesia de san Agustín de Casia, donde estaba la
famosa hostia consagrada del beato Simón Fidati.
El beato Simón Fidati o Simón de Casia (1295-1348) era un sacerdote agustino,
gran predicador, que se hizo muy conocido en Italia por un milagro eucarístico ocurrido
en 1330. A un sacerdote de los alrededores de la ciudad de Siena le suplicaron que
llevara la comunión a un enfermo en el campo. El sacerdote, en contra de las
costumbres de la época, en que llevaban la comunión solemnemente tocando la
campanilla por el camino, lo hizo de una manera oculta y sin mayor devoción. Colocó la
hostia entre las hojas de su breviario y se dirigió al lugar del enfermo.
No sabemos cuál fue exactamente la fórmula de su profesión religiosa, pero
podemos suponer que fue igual o muy parecida a la que hizo otra viuda de Casia,
llamada Vannuccela, que profesó en su convento el 21 de mayo de 1468. Y que dice así:
Yo N.N., espontáneamente confieso y quiero por amor a Cristo y por la salud de mi
alma entrar al monasterio de santa María Magdalena y someterme por el resto de mi
vida a la disciplina regular para servir más libremente a Dios omnipotente. Y estando
arrodillada delante de Doña N.N., abadesa, ante el altar del oratorio, teniendo las
manos juntas en las manos de dicha abadesa, ofrezco espontáneamente mi persona a
Dios omnipotente, a la beata María Magdalena y a la predicha Doña Abadesa,
prometiendo la estabilidad del lugar, la conversión de las costumbres, la obediencia, la
continencia y la pobreza con la exclusión de toda cosa propia por todo el tiempo de la
vida según la religión del beato Agustín.

Historia de vida. Su entrada al convento.

Rita tocó las puertas del convento de santa María Magdalena, pero fue
rechazada, según algunos como Cavallucci, hasta tres veces. La causa no era por ser
viuda, ya que  en  otros conventos también había viudas, sino probablemente, porque
todavía podían existir serias dificultades con los asesinos, que podían llevar los
problemas hasta el convento, quebrantando así la paz conventual.
En el  Breve relato, escrito por las religiosas en 1628, dicen:  Redoblando la
oración y las lágrimas, se humillaba ante la mirada de Dios, atribuyendo a su demérito
y a sus pecados la repulsa que le daban… Finalmente, la misericordia de Dios la
consoló. Una noche oyó una voz que la invitaba al monasterio. Rita vio a san Juan
Bautista que se encaminaba hacia un altísimo peñasco llamado Schioppo, de
Roccaporena. Allí fue por breve tiempo abandonada para que comprendiera la altitud
del lugar y la sublimidad de la perfección religiosa a la que Dios la llamaba y viera el
horror de la caída. Mientras estaba allí, tímida y ansiosa, fue consolada por san Juan
Bautista, que llegó en compañía de san Agustín y de san Nicolás de Tolentino. Estos
tres santos la tomaron y la colocaron, de modo incomprensible para ella, dentro del
monasterio y desaparecieron. A la mañana siguiente, las religiosas la encontraron
dentro del claustro sin saber cómo había entrado, estando las puertas cerradas. Pero
ella les contó de modo sencillo lo que había sucedido y, reunidas en Capítulo y por
divina disposición, la aceptaron como religiosa.
entró al
convento con la ayuda extraordinaria de sus tres santos predilectos. Quizás ellos
allanaron el camino para llegar a la reconciliación con los asesinos y así se solucionaron
los inconvenientes para entrar en el convento.     
De hecho, la reconciliación parece que ocurrió antes de entrar al convento.
Según está escrito en 1505 en el archivo del monasterio de Casia, Rita entró al convento
el año 1417 y encontró nueve o diez compañeras, dos o tres de las cuales murieron antes
que Rita. Vio realizarse su sueño de abrazarse y reconciliarse con la familia Cicchi (de
los asesinos de su esposo), de cuya familia entró en 1427 en el convento una pariente
llamada Angeluzza Jacobi Mattei Cicchi, compañera de Rita por 30 años.

Historia de vida. Asesinato de su esposo.

Después de 18 años de vida conyugal, asesinaron a su esposo. En la actualidad,
se muestra el lugar en el que según la tradición fue asesinado Pablo. Está en un ángulo
de la actual carretera  estatal, a poca distancia de Roccaporena, junto a las viñas de la
torre de Collegiacone, junto al molino de los señores Remoli de Poggiodomo.
¿Cuál fue el motivo? Algunos hablan de la revolución popular que estalló el año
1413 entre güelfos y gibelinos. En Roccaporena había muchos güelfos, mientras que los
gibelinos dominaban en la ciudad de Casia. Parece ser que Pablo había servido y
militado con los gibelinos y podía tener enemigos políticos. El historiador Casiano
Marco Franceschini dice en sus Memorie storiche di Cascia, publicadas en la DRA (vol.
III) que Pablo fue asaltado por sorpresa por sus enemigos, que hacía tiempo pensaban
quitarle la vida para vengarse de los agravios recibidos en otro tiempo. No importa
saber cuáles fueron exactamente los motivos. El hecho es que ocurrió probablemente el
año 1413, cuando Rita tenía unos 32 años. Desde el primer momento, supo perdonar a
los asesinos. Y, para evitar la venganza de sus hijos, se dice que escondió la camisa
ensangrentada del esposo.
Pero el problema no estaba solucionado con que ella perdonara. En aquel
ambiente  de luchas y venganzas, los hermanos y familiares del esposo quisieron
vengarse.  Rita vio con dolor cómo  hablaban constantemente de venganza y así
envenenaban el ánimo de sus hijos, que tendrían alrededor de 15 años. La tradición,
recogida por todos los biógrafos, concuerda en decir que Rita se dedicó con intensidad a
orar para evitar las venganzas en las que pudieran estar involucrados sus hijos. Ellos
también podían estar en la mira de los asesinos para no temer nada de ellos el día de
mañana. Pero también podían verse envueltos en un asesinato y podían ser condenados
a muerte. En esas circunstancias, pudo haber formulado al Señor el deseo de preferir ver
muertos a sus hijos antes que asesinos. De hecho, los dos jovencitos murieron en el
plazo de un año, probablemente debido a la peste que azotó aquella comarca.
Después del sufrimiento por la pérdida de sus hijos y de su esposo, Rita se
dedicó con sumo interés a hacer las paces entre la familia de su esposo y los asesinos.
Parecía una misión imposible. Más que comprenderla, sus familiares se sentían
indignados y escandalizados por su actitud, que les parecía anormal. Y ella tuvo que
acudir a la oración para encontrar en Dios la paz y la fortaleza que necesitaba en
aquellos difíciles momentos.
Y, mientras trataba de hacer las paces en su familia, pensó seriamente en hacerse
religiosa agustina del convento de santa María Magdalena de Casia para así dedicar el
resto de su vida al servicio de Dios.